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¿Que es un SIG (GIS)?


Un Sistema de Información consiste en la unión de información y herramientas informáticas (programas) para su análisis con unos objetivos concretos. En el caso de los GIS, se asume que la información incluye la posición en el espacio.

La base de un Sistema de Información Geográfica es, por tanto, una serie de capas de información espacial en formato digital que representan diversas variables (formato raster), o bien capas que representan objetos (formato vectorial) a los que corresponden varias entradas en una base de datos enlazada. Esta estructura permite combinar, en un mismo sistema, información con orígenes y formatos muy diversos incrementando la complejidad del sistema.
Los Sistemas de Información Geográfica se han desarrollado a partir de la unión de diversos tipos de aplicaciones informáticas: la cartogafía automática tradicional, los sistemas de gestión de bases de datos, las herramientas de análisis digital de imágenes, los sistemas de ayuda a la toma de decisiones y las técnicas de modelización física.
Se ha llegado a considerar a los GIS como un enlace entre la Geografía y la Informática al igual que la Geomorfología enlazaría Geografía y Geología.
Una de las primeras percepciones que se tienen de un GIS son las salidas gráficas a todo color, impresas o en la pantalla de un ordenador. Conviene recordar sin embargo que hay una diferencia fundamental entre los programas de manejo de gráficos y los GIS. En los primeros, lo fundamental es la imagen que vemos, siendo irrelevante como se codifique, en un GIS la imagen es sólo una salida gráfica sin mayor importancia, lo relevante son los datos que se están representando.


Definición

El National Center for Geographic Information and Analysis de USA los define como Sistema de hardware, software y procedimientos elaborados para facilitar la obtención gestión, manipulación, análisis, modelado, representación y salida de datos espacialmente referenciados para resolver problemas complejos de planificación y gestión (NCGIA, 1990)
Un GIS está constituido por:
  • Bases de datos espaciales en las que la realidad se codifica mediante unos modelos de
datos específicos.
  • Bases de datos temáticas cuya vinculación con la base de datos cartográfica permite asignar
a cada punto, linea o área del territorio unos valores temáticos.
  • Conjunto de herramientas que permiten manejar estas bases de datos de forma útil para
diversos propósitos de investigación, docencia o gestión.
  • Conjunto de ordenadores y periféricos de entrada y salida que constituyen el soporte
físico del SIG. Estas incluyen tanto el programa de gestión de SIG cómo otros programas de apoyo.
  • Comunidad de usuarios que pueda demandar información espacial.
  • Administradores del sistema encargados de resolver los requerimientos de los usuarios
bién utilizando las herramientas disponibles o bien produciendo nuevas herramientas.

Modelos de representación de la realidad

Uno de los problemas fundamentales es cómo representar una realidad compleja y continua de forma siplificada y discreta. El desarrollo de una base de datos espacial conlleva una simplificación de la realidad para adaptarla a un modelo de datos. Existen dos modelos de datos básicos:
  • Vectorial
  • Raster

Modelo vectorial

Considera que la realidad está dividida en una serie de objetos discretos (puntos, lineas, polígonos) a los que se puede asignar diversas propiedades, cualitativas o cuantitativas. Estos objetos se codifican por su posición en el espacio (puntos y lineas) o por la posición de sus límites (polígonos). Los cambios de escala van a suponer en muchos casos que los objetos cambien de un tipo a otro.

Modelo raster

Considera la realidad como un continuo en el que las fronteras son la excepción y la regla la variación continua. La representación se realiza dividiendo ese continuo en una serie de cedillas o pixeles y asignandole a cada una un valor para cada una de las variables consideradas. Los cambios de escala van a reflejarse en el tamaño de estas celdillas.
La representación que en la base de datos espacial se haga de la realidad es una de las cuestiones fundamentales ya que condiciona enormemente la estructura de la misma y los modos de trabajo posteriores.


Usos de los Sistemas de Información Geográfica

La inclusión de información espacial y temática permite llevar a cabo consultas de diverso tipo, desde las más simples a las más complejas, así como ejecutar modelos cartográficos o dinámicos.
Quizás la operación más sencilla sea la producción de mapas de las variables contenidas en una base de datos o de nuevas variables calculadas a partir de las disponibles. Por ejemplo si disponemos de un mapa de municipios y una base de datos con la población y el PIB de los distintos países podemos generar mapas de ambas variables o de la renta per capita. Esto no supone la obtención de nueva información, es simplemente una operación de cartografía automática.
Hoy en día están apareciendo un gran número de programas sencillos para realizar esta labor, lo que se conoce como desktop mapping, que es un complemento a los SIG más que SIG en si mismo. Sin embargo gran parte de la popularización de los SIG se debe a este tipo de aplicaciones ya que han permitido introducir la dimensión espacial de la información de forma sencilla.
Un paso adelante sería la obtención de respuestas a una serie de consultas sobre los datos y su distribución en el espacio:
  • ¿Que hay en el punto X?
  • ¿Que características tiene el punto X respecto a ....?
  • ¿Que puntos cumplen determinadas condiciones?
  • ¿Que relación hay entre A y B?
  • Distancia entre dos puntos
  • Conexión entre dos puntos
  • Pertenencia a un mismo conjunto
Más sofisticado sería el uso de herramientas de análisis espacial y álgebra de mapas para el desarrollo y verificación de hipótesis acerca de la distribución espacial de las variables y objetos.
  • ¿Disminuye la temperatura con la altitud?
  • Los individuos de una determinada especie, ¿tienden a agruparse o permanecen aislados?
  • ¿Cual es el tamaño mínimo de un área de bosque para mantener una población viable de osos?
En algunos casos resulta necesaria la utilización de programas de análisis estadístico externos a los programas de SIG, debe buscarse entonces la mayor integración posible entre ambos tipos de programas en cuanto a tipos de datos manejados y compatibilidad de formatos de ficheros.
A partir de los resultados de este tipo de análisis podemos, en algunos casos, generar nuevas capas de información. Por ejemplo, una vez determinada la relación entre tempertatura y altitud, puede generarse una capa de temperaturas a partir de una capa de elevaciones mediante técnicas de modelización cartográfica.
Un punto más allá de sofisticación sería la utilización de un SIG para resolver problemas de toma de decisión en planificación física, ordenación territorial, estudios de impacto ambiental, etc. mediante el uso de instrucciones complejas del análisis espacial y álgebra de mapas. En definitiva se trataría de resolver preguntas del tipo:
  • ¿Que actividad es la más adecuada para un area concreta?
  • ¿Cual es el mejor lugar para la instalación de determinada actividad?
  • ¿Cual va a ser el impacto sobre el medio?
  • ¿Cual es la forma y tamaño adecuados de los espacios naturales?
Finalmente, las aplicaciones más elaboradas de los SIG son aquellas relacionadas con la integración de modelos matemáticos de procesos naturales, dinámicos y espacialmente distribuidos.
El objetivo puede ser tanto científico como de planificación y ordenación.
  • ¿Que áreas pueden inundarse con período de retorno T?
  • ¿Que consecuencias ambientales puede tener un embalse aguas abajo?
  • ¿Cómo podría mejorarse la eficiencia en el uso del agua?
En estos casos los programas se utilizan tanto para introducir las capas de información inicial como para ver y analizar los resultados del modelo en su distribución espacial.


Aplicaciones de los GIS

Un Sistema de Información Geográfica es una herramienta que permite la integración de bases de datos espaciales y la implementación de diversas técnicas de análisis de datos. Por tanto cualquier actividad relacionada con el espacio, puede beneficiarse del trabajo con GIS. Entre las aplicaciones más usuales destacan: 
  • Científicas
    • Ciencias medioambientales y relacionadas con el espacio
    • Desarrollo de modelos empíricos
    • Modelización cartográfica
    • Modelos dinámicos
    • Teledetección
  • Gestión
    • Cartografía automática
    • Información pública, catastro
    • Planificación física
    • Ordenación territorial
    • Planificación urbana
    • Estudios de impacto ambiental
    • Evaluación de recursos
    • Seguimiento de actuaciones
  • Empresarial
    • Marketing
    • Estrategias de distribución
    • Planificación de transportes
    • Localización óptima

Integración GPS y GIS

Introducción

Tanto GPS como GIS son conceptos que trascienden hoy a las tradicionales disciplinas profesionales de la geomática. Ambos han alcanzado un razonable estado de madurez pudiendo ser empleados por usuarios de formación muy distinta con fines muy variados. En este estado es posible hacer una distinción clara entre investigadores de ambos conceptos y sus usuarios. Mientras los investigadores continuarán perfeccionando conceptos y herramientas, un número creciente de usuarios con conocimientos mínimos deberá poder usarlos con los mismos controles internos que hoy brindan planillas de cálculo y editores de texto. Desde el punto de vista del usuario podemos definir al GPS como una herramienta con la doble función de obtener coordenadas de puntos del terreno y de llevar al terreno puntos cuyas coordenadas se han definido en la oficina con algún objetivo especifico. Mostrar la gran variedad de situaciones posibles ha sido uno de los objetivos de este seminario. Recordándolas, es posible imaginar al GPS como un cursor en el terreno para la extracción de información o para la concreción de decisiones.
Con un grado similar de simplificación podemos imaginar a un GIS como un modelo de algunas variables relacionadas al terreno. Ese modelo permite la representación espacial de las variables en estudio o de funciones de ellas y fundamentalmente la toma de decisiones sobre el problema en estudio.
GPS resulta en esta doble realidad, terreno modelo, un soporte para la adquisición del dato, para la elaboración del modelo y un apoyo para llevar al terreno las decisiones adoptadas sobre la base del modelo.


GIS

Se ha definido un Sistema de Información Geográfica (GIS) como:
  • Un sistema integrado de computadoras, programas, datos y personal. Diseñado para la adquisición, almacenamiento, manejo y presentación de todo tipo de información georreferenciada.
Una posibilidad de otorgar jerarquía a las componentes de un GIS podría plantearse así:
  • Personal: tiene como función previa definir el problema que se desea resolver con un GIS especifico, decide sobre la obtención de los datos necesarios, toma decisiones sobre el programa a usar y sobre su soporte informático.
  • Dato: no existe GIS sin datos. Su adquisición es en general la componente más costosa del sistema. En consecuencia una premisa debe ser que el dato pueda tener aplicaciones múltiples, dicho de otra forma que el dato pueda ser compartido.
  • Programas: la evolución de la informática ha llevado a que muchos programas GIS sean de uso simple ya que se basan en aplicaciones Windows. Es importante tener en cuenta que un programa comercial de uso múltiple tendrá mayor o menor eficiencia a la hora de analizar un problema en particular.
  • Computadoras: su capacidad de almacenamiento, su velocidad de operación, sus características gráficas y la compatibilidad con el sistema operativo del programa elegido, deben estar a la medida de la magnitud del problema que se desea analizar.


Características del dato

Cualquier dato que tenga una representación espacial puede ser motivo de un GIS, los volúmenes de una biblioteca, los enfermos de una epidemia, los elementos de una población, muestras de suelo, componentes de un sistema de servicios públicos, etc.
Cualquiera de estos datos puede estar ligado a un elemento espacial. Un punto, una línea, un polígono o una celda.
En general se dice que el dato es un atributo del elemento geométrico. Un mismo elemento geométrico puede estar ligado a un gran número de atributos. Los elementos geométricos pueden ser desplegados en un mapa digital en el que con algún criterio expresivo pueden ser mostrados sus atributos o funciones de los mismos.
Los elementos geométricos están ligados a la base de datos de los atributos o de información sobre los objetos. Esta conexión permite que los elementos geométricos puedan ser presentados, buscados, analizados, relacionados, etc. en función de sus atributos asociados.

Adquisición de la base geométrica

  • Levantamientos convencionales
  • Cartografía digital existente
  • Digitalización de cartas topográficas
  • Imágenes satelitales
  • Levantamientos fotogramétricos
Cualquiera sea la forma de adquisición de la base geométrica existe como problema de fondo la adopción de un sistema de coordenadas único. La cartografía disponible estará ligada a diferentes sistemas de referencia, con distintos sistemas de proyecciones, a escalas distintas y en consecuencia con diferentes generalizaciones, una situación similar se da para los levantamientos fotogramétricos. La digitalización de cartas trae aparejada una serie de problemas de interpretación y la necesidad de una revisión cuidadosa de sus resultados.
Las imágenes satelitarias pueden ser usadas bajo dos formas distintas: como una imagen a la que hay que georreferenciar o como un conjunto de datos numéricos por pixel relacionado de alguna forma al o a los elementos bajo análisis y que también pueden necesitar georreferenciación.
El obstáculo no es que los programas GIS no sean capaces de realizar complejas transformaciones entre sistemas de referencia o sistemas proyectivos sino el conocer los parámetros numéricos que relacionan a esos sistemas.
Como criterio general sería deseable que el sistema de coordenadas al que se ligan los datos sea un único sistema de referencia mundial tridimensional.


Estructura interna de los datos

Los GIS manejan dos estructuras de datos, las formas convencionales de puntos, líneas y polígonos, conocida como forma vectorial o una estructura de celda (pixeles) conocida como estructura raster.
Las imágenes satelitarias se prestan a un tratamiento raster que puede ser manejado más rápidamente por una computadora. Sin embargo para muchas aplicaciones una representación vectorial puede resultar conveniente. La situación deseable sería entonces que un GIS fuera capaz de tratar ambos tipos de información.
Cada programa GIS tiene una estructura interna de sus ficheros que en general es incompatible con la de otro programa. Existen formatos estándar de intercambio de datos gráficos pero la situación deseable es que un programa sea capaz de leer la información de otros para facilitar la interacción entre sistemas.

Estructura de transmisión de la información

Como la etapa de adquisición de datos es la más costosa no sólo en dinero sino también en tiempo, es importante que en lo posible esa etapa no se repita innecesariamente. Para lograrlo es fundamental que se conozca que información existe, cual es su calidad y bajo que requisitos esa información puede ser compartida. Internet jugará sin duda un papel fundamental en este sentido. En estos momentos existe un importante esfuerzo internacional para normalizar en lo posible la estructura de los datos y la información sobre esos datos. Es posible imaginar una infraestructura global de datos georreferenciados coexistiendo con estructuras nacionales y locales que respondan a criterios de generalización similares a los usados en las diferentes escalas cartográficas.
Disponer de información georreferenciada que cumpla con estándares estrictos de calidad será en el futuro próximo una importante fuente de ingresos a condición que los metadatos que la describen tengan la más amplia difusión. Mientras las fuentes de metadatos deberían estar lo más centralizadas posible, los bancos de datos en si deben estar completamente descentralizados de forma que quien los genera pueda perfeccionarlos cuando sea necesario.


Quien genera los datos para un GIS

Los profesionales de la geodesia, la agrimensura y la fotogrametría han incluido en sus incumbencias la generación del dato cartográfico. Aunque existen diferentes matices entre los problemas que estas especialidades resuelven puede pensarse que un enorme porcentaje de la información cartográfica pasaba por sus manos. Hoy la información georreferenciada de alta calidad deberá surgir del especialista en el dato generado. Un médico epidemiólogo detectará y georreferenciará el dato de su estudio, el geólogo georreferenciará fallas o afloramientos, un paleontólogo el emplazamiento de los sitios de algún depósito de fósiles y esa información será usada por urbanistas, médicos sanitarios, historiadores o por especialistas en el negocio inmobiliario.
Un GIS no es una herramienta más de la cartografía, es un instrumento para la toma de decisiones en cualquier dominio en que la distribución espacial del dato sea una característica importante para la generación de nueva información. Es interesante imaginar que en niveles sucesivos de abstracción el dato se elabora para transformarse en dato de un nivel superior y recordar que, los elementos geométricos que GPS hace accesibles, están en el nivel más rudimentario de la información.
La integración del concepto de GIS con las técnicas de la geoestadística contribuirá a enriquecer los análisis espaciales y a disminuir el costo de la toma de datos.

GPS

GPS es un sistema de navegación capaz de permitir la determinación de coordenadas o diferencias de coordenadas de puntos sobre la superficie terrestre.
Opera a partir de dos modos básicos:
  • posicionamiento puntual
  • posicionamiento diferencial
El modo posicionamiento puntual tiene una precisión voluntariamente restringida en uso civil a unos 100 metros.
En modo diferencial la precisión varía desde unos pocos metros a unos pocos milímetros según el instrumental empleado, el tiempo de medición, la posibilidad de controlar parámetros físicos y contar con efemérides precisas.
El modo diferencial puede lograrse mediante postproceso o en tiempo real a condición de contar con un sistema de comunicación entre los dos equipos.
En el proceso de confección de un GIS se encuentran algunas etapas en las que GPS puede jugar su papel tradicional. Por ejemplo dar coordenadas a una imagen satelitaria o a una fotografía aérea. También en la determinación de las coordenadas de una estación de referencia para el levantamiento en tiempo real de una zona de trabajo. Podrá servir para obtener parámetros de transformación regionales entre sistemas de coordenadas o analizar la coherencia de un sistema antiguo.
Discutiremos a continuación a GPS como herramienta para la adquisición de datos GIS y de que forma los conceptos de un sistema interactúan con los del otro.

GPS Y GIS

GPS determina coordenadas de puntos.
En el trabajo clásico de la geomática a un punto se le asignan coordenadas. En un GIS un conjunto de coordenadas define a un punto.
Cualquiera sea el método de levantamiento usado la repetición de la determinación de las coordenadas de un punto dará valores distintos para las mismas. Surgen dos condiciones para un receptor GPS diseñado para levantar elementos para un GIS:
  • capacidad de generar el promedio de varias determinaciones
  • capacidad para generar estimadores de error confiables.
Como contrapartida el GIS debe ser capaz de interpretar, dentro de un entorno fijado a partir de los estimadores de error de GPS, si una segunda medición se refiere a un mismo punto o a uno diferente.
¿Sus puntos deben llevar una numeración continua? ¿Sería útil que el receptor la colocara automáticamente?
¿Cuántos puntos levantará por día? Es crítico en su actividad el número de puntos y, si este es el caso, su equipo deberá cumplir dos condiciones, una autonomía de energía y una capacidad de memoria suficientes que hagan innecesario un recambio de baterías o una interrupción del trabajo para la descarga de datos. Se da por sobreentendido que esta es una condición sine qua non para un colector de datos GIS.
La diversidad de aplicaciones de un GIS lleva a que el encargado de levantar sus elementos con frecuencia sea ajeno a las disciplinas de la geomática y aunque lo fuera no necesita ser un especialista en GPS. En esas condiciones un receptor GPS para la toma de atributos de un GIS debería ser un receptor en tiempo real capaz de asociar el conjunto de coordenadas cada vez que se ingrese un atributo y promediar automáticamente valores si el encargado de la toma de datos se hubiera detenido para registrarlos.
En una campaña de levantamiento de datos para un GIS normalmente sólo se analizan unas pocas variables cuyas características pueden preverse de antemano. Un recolector de datos para GIS debería trabajar entonces presentando una biblioteca de atributos en la que el operador pudiera recorrer con el cursor distintos niveles de detalle hasta encontrar la descripción satisfactoria del atributo. Una opción valiosa sería poder repetir el atributo del punto anterior ya que esta es una situación frecuente en un levantamiento.
Funciones geométricas simples pueden ser deseables. Un ejemplo podría ser el levantamiento de los postes de una línea de baja tensión paralela a un camino. ¿Es necesario descender del vehículo para colocar el receptor próximo al poste?. ¿Es esta la situación óptima de medición? No es más simple poder indicar que la línea es paralela al camino tantos metros a uno u otro lado del sentido de la marcha e introducir el atributo cuando se está al frente del poste? Detenerse en un punto, introducir el atributo y conseguir que en el “background” se incorporen las coordenadas del punto parece un procedimiento simple. Esta idea, cuando se piensa en un proceso en movimiento, entra en conflicto con la forma de trabajo normal de los receptores GPS. Estos están configurados de forma tal de efectuar mediciones sucesivas en un intervalo de tiempo dado, característica por otra parte completamente deseable. Las coordenadas disponibles en la memoria de un receptor son las últimas calculadas según el intervalo predeterminado y no, en general, las correspondientes al instante en que se las solicita. Puesto que los receptores GPS calculan elementos de navegación, velocidades entre otros, es posible imaginar que un receptor interpole coordenadas al instante de la toma del dato.
Aun con estas facilidades incorporadas es bien probable que un operador constate que ha cometido un error al introducir un atributo. La función deshacer, tan común en las aplicaciones Windows sería de un valor inestimable.
Las líneas o polilíneas, para distinguirlas de los polígonos que representan al elemento areal, no responden a la definición corriente de una serie infinita de puntos, sino a la conexión de sus puntos de quiebre, cerradas o abiertas representan elementos lineales a los que se les pueden asignar atributos. La tensión de una línea eléctrica, el material con que está realizada, su diámetro, resistencia, son atributos posibles.
Un sistema de obtención de datos GIS debería poder reconocer una instrucción que indique que se está por recorrer un elemento lineal, conservar los puntos de quiebre y eventualmente, a pedido cerrar la figura desde el último punto al punto de arranque.
Una línea puede cambiar sus atributos a lo largo de su recorrido, el material podría pasar de cobre a aluminio por ejemplo, sin que la figura geométrica, la línea cambie de característica. Una autopista puede cambiar el número de calzadas, puede el equipo colector de datos reconocer este hecho sin tener que cerrar un tramo y comenzar uno nuevo?
En un polígono generalmente los atributos se asignan al baricentro, el sistema de recolección de datos debería poder calcularlo.
Los datos tomados deberían poder ser bajados directamente por el programa GIS respondiendo a su formato de trabajo o algún formato estándar de transmisión de datos, por ejemplo dxf y dbf.
Cualquiera sea la precisión que se pida a un sistema GPS para la captura de datos GIS, el operador debería conocer en todo momento si su sistema la alcanza o no, pero toda la problemática de la obtención de esa precisión debería resultarle transparente.
Un especialista en un tipo de datos para GIS sólo debería conocer que, para que un sistema GPS de recolección trabaje adecuadamente, necesita de un cielo despejado de obstáculos para la recepción de la señal de los satélites y cuales son los limites de recepción de la radio que recibe la información de la estación base.
Cualquiera sea el elemento geométrico que se levanta, llevado al GIS, tendrá una representación simbólica como en la cartografía convencional. Sin embargo las necesidades de esta representación simbólica marcan una diferencia fundamental entre la cartografía GIS y la convencional. En una carta tradicional el símbolo debe transmitir simultáneamente toda la información disponible, en un GIS esa información está en la base de datos asociada y no necesita desplegarse toda al mismo tiempo.
La cartografía tradicional transmite información, un GIS analiza datos y genera información. Lo importante en él no es la calidad del dibujo sino la capacidad de relacionar los datos y extraer nueva información. Para que esto sea más fácil la presentación en pantalla debe ser lo más rápida posible y en consecuencia la generalización de los datos geométricos debe ser la más elevada compatible con el problema tratado. Además una simplificación extrema del símbolo, cuando sea posible, ayudará en la velocidad de la respuesta.
Los receptores comerciales disponibles en el mercado seguramente dejarán de cumplir algunas de las condiciones mostradas y otras que podrá imaginar y que hacen a una mayor facilidad del trabajo que Ud. planea, seleccione entre lo disponible cual se acerca más a la resolución de su problema con la seguridad que la economía en el uso justificará con largueza el mayor costo inicial.



La Gestión de Riesgos de Desastres y el Uso de los Sistemas de 
Información Geográfica (SIG): Algunas Consideraciones.

A continuación se presentan algunas consideraciones acerca de la importancia de 
la gestión local de riesgos y los beneficios que aporta la herramienta SIG para la 
ordenación territorial en el desarrollo sustentable de las comunidades. Esta 
investigación producto  de una revisión documental, tiene una función 
informativa-reflexiva sobre esta temática  de interés global.  La metodología 
consiste en revisar el panorama general de la gestión de riesgos, la actualización 
de los términos y algunos ejemplos del uso de los SIG. A manera de conclusión se 
puede decir que: (a) es necesario consolidar una perspectiva intercultural, centrada 
en el reconocimiento de las especificidades comunitarias, de género y generación, 
para la gestión de riesgos y  respuesta a desastres; (b) es recomendable incluir a 
los actores tanto comunales como institucionales; y (c) promover el acceso a las 
tecnologías apropiadas para la reducción y mitigación de los riesgos, como por 
ejemplo los SIG, que representan una rápida, económica y actualizable fuente de 
información.
Al tratar la Gestión de Riesgos, se debe considerar la particularidad del entorno 
y la multiplicidad de elementos que podrían colocar en situación de riesgo a las 
comunidades. Cada comunidad es particular y responde al evento de una manera 
distinta, bien sea por las condiciones físico-naturales o a la forma de organización 
y uso del espacio.
     De acuerdo con Lavell (2003) y Lavell y Mansilla (2003), la gestión de riesgos 
puede estar definida como un “proceso social complejo, cuyo fin último es la 
reducción o la previsión y el control permanente del riesgo de desastre en la 
sociedad, en consonancia con, e integrada al logro de pautas de desarrollo humano 
económico, ambiental y territorial, sostenible”. De allí, que se generen dos 
consideraciones fundamentales: (a) la gestión no es un producto, sino un proceso 
y (b) hace referencia a dos contextos, el riesgo existente y el riesgo latente. 
     En el caso específico de la gestión local de riesgos  de  desastres, “comprende 
un nivel territorial particular de intervención en que los parámetros específicos 
que los definen se refieren a un proceso que es altamente participativo por parte 
de los sectores sociales locales” (Lavell y Mansilla, 2003), por lo que resulta indispensable, por un lado, contar con la participación de los actores sociales para 
el desarrollo de esos planes de gestión de sus riesgos, que en definitiva son los 
llamados a la toma de conciencia sobre lo vulnerable que pueden ser; y por otro, 
reconocer que la realidad local es única y particular, y  que aunque existan 
referentes en áreas similares, no podrán ser empleados sin antes ser adaptados a la 
realidad física, socioeconómica y cultural del área a la cual se pretenda aplicar. 
     Es así  cuando los Sistemas de Información Geográficos (desde ahora SIG)
representan una novedosa herramienta proporcionada de la  Geomática, que 
permite capturar, almacenar, manipular, analizar y desplegar en todas sus formas 
la información geográficamente referenciada, con el fin de resolver problemas 
complejos de planificación territorial y gestión.
     La presente investigación, enmarcada bajo el enfoque documental, tiene como 
propósito resaltar la importancia de la gestión local de riesgos de desastres y los 
beneficios que aporta la herramienta SIG para la ordenación territorial, en el 
desarrollo sustentable de las comunidades.


La Gestión de Riesgos: un panorama general
     Para abordar la gestión de riesgos, se debe hacer referencia obligada a 
diferentes documentos que son el resultado de las continuas investigaciones, 
debates y conclusiones a las que han llegado diversos organismos internacionales, 
regionales y locales, estudiosos del tema.
En tal sentido, las Conferencias de las Naciones Unidas sobre el Medio 
Ambiente Humano, celebrada en Estocolmo-Suiza en 1972; la Declaración del 
Decenio Internacional para la Reducción de Desastres Naturales (DIRND): 1990-
1999, y sus reuniones evaluadoras: (a) Decenio Internacional para la Reducción 
de Desastres Naturales Estrategias y Plan de Acción de Yokohama para un mundo 
más seguro, efectuada en Japón en mayo de 1994 y con balance a la mitad del 
decenio; (b) la Declaración de San José en la Conferencia Hemisférica del 
DIRND, efectuada en Costa Rica en junio de 1999.
     El foro del Programa Internacional del DIRND con el mandato de Ginebra en 
julio de 1999, como evaluación final del decenio, con la estrategia “un mundo más seguro en el Siglo XXI: reducción de riesgos y desastres”; y el análisis de las 
Cumbres para la Tierra: la Declaración de Río sobre Medio Ambiente y
Desarrollo y la Agenda XXI, efectuada en Río de Janeiro-Brasil en junio de 1992 
y su posterior evaluación en la Cumbre de la Tierra, celebrada en Nueva York, 
Estados Unidos de América, en junio de 1997; la Cumbre Mundial sobre el 
Desarrollo sostenible de 2002, en Johannesburgo,  Sudáfrica, y finalmente, los 
aspectos acordados en la Conferencia Mundial sobre reducción de los Desastres, 
realizada en Kobe, Hyogo-Japón  durante el mes de enero de 2005. Todo esto 
enmarcado en el Derecho de la Educación para el Desarrollo Sustentable, iniciado 
bajo el auspicio de Naciones Unidas desde el 1º de enero de 2005.
     Como se puede apreciar, sobre gestión de riesgos de desastres, es mucho y 
diverso lo que se ha planteado, va desde el cambio de las definiciones básicas, que 
particularmente ha conllevado  a la concreción de los términos, hasta un nuevo 
enfoque a desarrollar.
     En efecto, la preocupación internacional estaba dirigida, en un primer 
momento, a resolver los desastres y a cómo actuar después de ocurridos. Luego, 
pasó a la necesidad de mitigarlos, y en la actualidad, con la clara necesidad de 
integrar a las comunidades en la ejecución de acciones que contribuyan a cambiar 
este panorama, se habla entonces de gestión: una que no sólo mitigue lo que 
existe, sino que trabaje por la prevención de los desastres.
     Vale la pena resaltar que en los últimos años, los estudios referentes a la 
gestión de riesgos y a la mitigación de los mismos se hacen cada vez más 
frecuentes. La Declaración del Decenio Internacional para la  Reducción de 
Desastres Naturales (DIRDN), 1990-1999, a la cual se hizo referencia en las 
líneas anteriores, es un resultado de esta situación,  continuando su abordaje al 
reconocer en  evaluaciones de gestión  que  “en los últimos 50 años, los desastres 
naturales han provocado la pérdida de más de 2.8 millones de vidas humanas en el 
planeta, incrementándose desde 1960 el número de personas afectadas en 6% cada 
año, el doble de la tasa de crecimiento demográfico mundial” (DIRDN citado en 
Mardones y Vidal, 2001, p.2), demostrando que faltan muchas cosas por hacer.
     Esto lo  ratifica el informe mundial sobre iniciativas para la reducción de 
desastres, al señalar que, en el mundo desarrollado como en los países en desarrollo, han ocurrido eventos que han hecho recordar la vulnerabilidad 
humana. Europa sufrió las peores inundaciones en siglos, Australia debió 
enfrentar una grave sequía, ciclones tropicales azotaron las islas Mauricio y 
Reunión, la República de Corea, Japón y México; en Estados Unidos los tornados 
dejaron a su paso una huella de devastación. La importante empresa aseguradora 
Munich Re contabilizó 700 desastres de origen natural en el 2002, que causaron 
pérdidas económicas estimadas en 55 mil millones de dólares. En el 2003, la 
Organización Meteorológica Mundial (OMM) informó que en el mundo se habían 
producido eventos climáticos extremos sin precedentes. Mayo de 2003 fue el mes 
en que en  los Estados Unidos se registró el número más elevado de tornados: 562, 
que causaron 41 muertes. En Suiza, el mes de junio fue el mes más caluroso 
registrado en 250 años. En India, una onda de calor premonsónica, con 
temperaturas que se elevaron hasta los 48 grados Celsius, cobró 1400 vidas
(ONU-Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres- EIRD, 2004).
     Estos eventos,  erróneamente  denominados “desastres naturales”, ocurren en 
todas partes del planeta y sobre todo, en espacios geográficos con alta densidad de 
población, que se establecen en las llanuras aluviales montañosas con gran 
escarpe, áreas de debilidad geológica-litológica o inestabilidad sísmica, lo que 
requiere de medidas más efectivas.


Algunos términos fundamentales para la Gestión Local de los Riesgos de 
Desastres

Desastres
     Para comprender el concepto de desastre es necesario revisar las diferentes 
interpretaciones que evidencia una evolución que  pasa de categorizar el desastre 
como natural hasta entender al desastre como fenómeno social.
Los desastres son eventos concentrados en el tiempo y en el espacio en el cual 
una comunidad sufre daños severos, y tales pérdidas afectan a sus miembros y a
sus propiedades de forma tal que la estructura social se ve afectada inclusive hasta en el desempeño de sus funciones principales. (United Nations Disaster Relief 
Organization-UNDRO, 1979, p.6).
     Anderson (1991), indica que la pobreza aumenta la vulnerabilidad hacia el 
desastre, y estos ocurren frecuentemente en los países pobres y causan más 
sufrimiento entre personas pobres. Por su parte, Maskrey (1993) advierte que es la 
correlación entre fenómenos naturales peligrosos (como terremotos, huracanes, 
maremotos, entre otros) y determinadas condiciones socioeconómicas y físicas 
vulnerables (situación económica precaria, viviendas mal construidas, suelos 
inestables, mala ubicación de la infraestructura, p.7)
     Rodríguez y Toche (1994), señalan que el desastre implica  el rompimiento 
extenso y casi  completo de todos los procesos sociales (patrones recurrentes, 
actividades del diario vivir) y de las interacciones primarias  y secundarias. 
Conlleva a la destrucción extensa de la infraestructura funcional, tales como:
edificios, sistemas de comunicación y los sistemas de apoyo social. Los desastres 
afectan los sistemas de supervivencia biológica, el orden social, la motivación y el 
manejo de la crisis. Un desastre tiene un alto costo en términos sociales, 
demográficos, económicos y políticos. En esencia, un desastre es una crisis social.
     El desastre ocurre cuando un considerable número de personas experimenta 
una catástrofe y sufre daños y/o perturbaciones en un sistema de subsistencia, de 
tal manera que la recuperación es improbable sin ayuda externa,  entendida esta 
como la recuperación psicológica y física de las víctimas, el reemplazo de 
recursos físicos y las relaciones sociales requeridas para utilizarlos (Piers y otros, 
1996).
     Para  el Banco Internacional de Desarrollo (2001),  se trata de cualquier 
emergencia que se produzca a raíz de fenómenos naturales, accidentales o de 
origen humano, que provoquen muerte, daños a las infraestructuras físicas  y de 
servicios o pérdidas  de bienes materiales de una magnitud tal que afecten  el 
desarrollo económico y social. Mientras que para Lavell (2003), pueden ser 
definidos como crisis asociadas a pérdidas y daños humanos y materiales 
socialmente significativos.
     Es considerando todo lo anterior, que la Secretaría de la Estrategia
Internacional para la Reducción de Desastres (EIRD), con el afán de generar un lenguaje  común, sintetiza al desastre  como “el resultado del proceso de 
acumulación del riesgo. Resulta  de la combinación de amenazas, condiciones de 
vulnerabilidad e insuficiente capacidad o medidas para reducir las consecuencias 
negativas y potenciales del riesgo” (ONU-EIRD, 2004).
     Por consiguiente, y para los fines planteados en esta trabajo, se considerará al 
desastre como un hecho social trágico o catastrófico, en donde se han alterado en 
forma intensa la vida normal de las comunidades, hay pérdidas humanas, bienes y 
servicios, generado por cierta actividad humana que excede la capacidad de 
respuesta de la comunidad afectada, como resultado  de las contradicciones de la 
relación “Ser humano-Naturaleza”.


Vulnerabilidad
     Es un concepto al que se le otorgó, desde un principio, poca importancia y que 
en la actualidad, su comprensión supone un interés especial porque explica la 
esencia de los desastres sociales. Entre los primeros intentos por definirla, destaca 
el propuesto por UNDRO en 1979, “la vulnerabilidad es el grado de pérdida como 
resultado de un fenómeno potencialmente dañino”.
     La vulnerabilidad  ante fenómenos naturales, “van a depender del tipo de 
evento (huracanes, inundaciones repentinas, deslizamiento de terrenos, 
terremotos, entre otros); de las características físicas del  área afectada y de las 
características sociales, culturales y psicológicas”, de la comunidad afectada 
(Rodríguez y Toche, 1994, p.3).
     Para Piers, B., Ferry, C., Ian, D. y Ben, W, (1996) y el  Grupo
Intergubernamental de Expertos sobre los Cambio Climático (GIECC) (1997), las 
causas  de fondo más importantes que dan origen a la vulnerabilidad  (y que 
reproducen vulnerabilidad con el tiempo) son procesos económicos, demográficos 
y políticos. Según los autores, estos afectan la asignación y distribución de 
recursos entre diferentes grupos de personas (p.11).
     Cardona (2003) y García, J., Monnar, O., Zapata, J., Arango, E., y López, P, 
(2006) consideran la vulnerabilidad como un factor de riesgo que matemáticamente está expresado como la factibilidad  de  que el sujeto o sistema 
sea afectado por el fenómeno que caracteriza la amenaza. (p.2)
     En definitiva, la vulnerabilidad puede ser entendida  como la incapacidad de 
resistencia, cuando se presenta un fenómeno amenazante, o la incapacidad para 
reponerse después de haber ocurrido un desastre y que la ONU-EIRD (2004), la 
señala como “las condiciones determinadas por factores o procesos físicos, 
sociales, económicos y ambientales, que aumentan la susceptibilidad y exposición 
de una comunidad al impacto negativo de amenazas”.


     Se comprende por vulnerabilidad, al factor de riesgo interno (disposición 
intrínseca de ser dañado) que expresa la factibilidad de ser afectado por 
fenómenos naturales o de otro origen (expresa una relación de susceptibilidadafectación).   

Amenaza 
     Este término se ha empleado, en el pasado,  como sinónimo de peligro. Se 
presume que su origen es una traducción literal del término en inglés Harzard 
(Peligro). Se usa por primera vez en los trabajos de  los investigadores 
anglosajones como Natural Harzard para referirse a los fenómenos naturales que 
según sus interpretaciones, son las causantes de los desastres. A su vez, los 
primeros trabajos en español fueron traducidos por los mismos norteamericanos 
que asesoraban en los organismos multilaterales a los países latinoamericanos, 
que fueron afectados por fenómenos naturales, estos tradujeron Natural Harzard 
como Amenaza Natural. Esta confusión de origen, trajo como consecuencia que se 
adoptase el término tal cual y por ende  se empezó a calificar al desastre como 
natural.
     Para UNDRO (1979) y Piers, B., Ferry, C., Ian, D. y Ben, W. (1996), se define
la amenaza como la probabilidad de ocurrencia de un evento potencialmente 
desastroso durante cierto período de tiempo en un sitio dado (p.4).
     Por su parte, Moncayo y Muñoz  (2001), Delgado y Navarro (2002), hacen 
referencia a la ocurrencia potencial, en un intervalo de tiempo y un área 
geográfica específica, de un fenómeno natural que puede tener un efecto negativo sobre vidas humanas, pertenencias o  actividades, hasta el punto de  causar 
desastres, teniendo orígenes naturales (geológico, hidrometeorológico y 
biológico) o antrópicos (degradación ambiental y amenazas tecnológicas) y que 
pueden ser individuales, combinados o secuenciales en su origen y efectos. Cada
una de ellas se caracteriza por su localización, magnitud o intensidad, frecuencia y 
probabilidad. (ONU-EIRD 2004).


     El término amenaza se refiere a la probabilidad de ocurrencia de los fenómenos 
físicos que afectan al ser humano. Todo esto implica que se entenderá  la amenaza 
como factor de riesgo externo de un sujeto o sistema, representado por un peligro 
latente asociado  con un fenómeno físico de origen natural, que puede 
representarse en un lugar o  área y tiempo  determinado, produciendo efectos 
adversos en las personas, los bienes y/o el ambiente.

Riesgos
     Según el diccionario  común, riesgo significa “peligro”, “inconveniente
posible” y “estar expuesto a la desgracia” (El Pequeño Larousse Ilustrado, 2000). 
En la literatura anglosajona se utiliza la expresión natural risk, para referirse a 
riesgo natural, diferenciándolo. Otros autores han empleado el término peligro 
como sinónimo de riesgo. Aneas de Castro, (2000), sostiene que probablemente la 
confusión proviene del origen del término y su etimología.
     El riesgo  es la probabilidad de ocurrencia  de un peligro. Y el peligro, es la 
ocurrencia o amenaza de ocurrencia de un acontecimiento natural o antrópico, 
concibiendo al fenómeno tanto en acto como en presencia.
     Las Naciones Unidas, a través de la Oficina Coordinadora para el Socorro en 
Caso de Desastre (UNDRO, 1979), definió al riesgo como el grado de pérdida 
previsto, en relación a un fenómeno natural determinado, y en función tanto del 
peligro natural como de la vulnerabilidad. 


     Para Calvo García-Tornel, F., (1984), no existe el riesgo natural, sino 
simplemente riesgo, ya que considera que en… “la naturaleza no hay 
voluntariedad, que el medio físico en sí es tan solo materia neutral. Se trata de un 
problema de interacción entre el hombre y la naturaleza,  interacción variable y gobernada por el estado de adaptación respectivo entre el sistema humano de uso 
de la naturaleza y la situación de esta en sí misma” (p.10). Disiente del concepto 
de riesgo natural propuesto por Burton y Kates en 1964, quienes lo definen como 
“aquellos elementos del medio físico y biológico nocivos para el hombre y 
causados por fuerzas ajenas a él”. (Citados por Calvo García-Tornel, F., 1984, p. 
10).
     Este autor agrega al concepto de riesgo el componente humano, y sostiene que 
el  desarrollo económico que lleva  incorporado en determinados procesos la 
degradación del medio, así como la ocupación del territorio, están ligados con la 
gravedad del riesgo.
     Mora (1990) Y Maskrey (1993), lo definen como la probabilidad  de  que 
durante  un tiempo de recurrencia específico, la manifestación de un fenómeno 
exceda, en determinados sitios, una intensidad de referencia que genere un cierto 
nivel de daño específico. No obstante, para Cardona (2003) resulta necesario 
revisar conceptualmente “los enfoques de las Ciencias Naturales, las Ciencias 
Aplicadas y las Ciencias Sociales” (p.1), con la finalidad de abordar este tema de 
manera “holística, consistente y coherente del riesgo que contribuya a lograr 
resultados efectivos de la gestión” de allí que el autor referido, señale que el 
riesgo corresponde al potencial de pérdidas que puede ocurrirle al sujeto o sistema 
expuesto, resultado del mutuo convencimiento a la amenaza y la vulnerabilidad. 
Así, el riesgo puede expresarse en forma matemática como  la probabilidad de 
exceder un nivel de consecuencias económicas, sociales o ambientales en un 
cierto sitio y durante un período de tiempo determinado.
     Cardona, O., (2003), plantea un concepto más actualizado en donde el riesgo, 
corresponde al potencial de pérdidas que puede ocurrirle al sujeto o sistema 
expuesto, resultado de la  convolución de la amenaza y la vulnerabilidad. Así, el 
riesgo puede expresarse en forma matemática como la probabilidad de exceder a 
un nivel de consecuencias económicas, sociales o ambientales en un cierto sitio y 
durante un cierto período de tiempo.
     COVENIN, (2001), lo define como “la probabilidad de ocurrencia de 
consecuencias económicas, sociales o ambientales en un sitio particular y durante un tiempo de exposición determinado. Se obtiene de relacionar la amenaza con la 
vulnerabilidad de los elementos expuestos” (p. 4).
     Hay autores que mantienen el uso del término riesgo natural, como el caso de 
Ayala, F. y Olcina., (2002), quienes lo definen  como la probabilidad de  que  un 
territorio y la sociedad que lo habita se vean afectados por un fenómeno natural de 
rango extraordinario. Lo diferencian de catástrofe y este a su vez, de desastre. El
primero, es el efecto perturbador que provoca sobre un territorio un episodio 
natural extraordinario y que a menudo supone pérdidas de vidas humanas. El
segundo,  cuando la magnitud del episodio natural es de alto grado y alude al 
deterioro que sufre la economía de una región y al drama social provocado por la 
pérdida de numerosas vidas.


     Entre los años 70 y 80, en lo que se ha llamado ciencias aplicadas, el riesgo fue 
definido como función tanto de amenaza como de vulnerabilidad. Los científicos 
presentaron modelos conceptuales expresados matemáticamente, (Maskrey, A., 
1998). En 1980 un grupo de la UNDRO,  desarrolló un modelo de riesgo más 
preciso.
     En estos enfoques se centran en el impacto y en el efecto, pero  consideran la 
“amenaza natural” la causa de los desastres.  En los últimos años, desde la 
perspectiva de los desastres naturales, el riesgo se ha intentado dimensionar, para 
efectos de la gestión, como las posibles consecuencias económicas, sociales y 
ambientales que pueden ocurrir en un lugar y en un tiempo determinado. Sin
embargo, el riesgo no ha sido conceptuado  de forma integral sino de manera 
fragmentada, de acuerdo  con el enfoque de cada disciplina involucrada en su 
valoración. (Cardona, O., 2003).
     En esta investigación se entenderá por riesgo la probabilidad que tiene un 
individuo o una población de ser afectado, según se tenga  conocimiento de las 
características que condicionan el lugar de hábitat.

Uso de los Sistemas de Información Geográficos (SIG) para la Gestión Local 
de Riesgos De Desastres



Las tendencias actuales para lograr la prevención de sucesos, están dadas por la 
implementación de tecnologías novedosas que permitan brindar información 
oportuna para la toma de decisiones.
     De acuerdo con Torres (2005), el riesgo de desastre y la debida atención a la 
gestión del mismo, es un sentir latente en Latinoamérica, indistintamente de las 
condiciones climáticas, poblacionales, políticas y  culturales, a lo cual debe 
atenderse como una perspectiva local. En la actualidad, el manejo de este tema va 
cobrando relevancia debido a las pérdidas  económicas y humanas que los 
desastres han producido, elevando las condiciones  de pobreza existentes en 
nuestros países.


     Por ello Torres (2005), indica que el uso de Sistemas de Información 
Geográfica (SIG) resulta crucial y necesario  en el análisis de todas las etapas o 
fases de ciclos de  desastres, y que deben ser aplicados para generar mayores 
beneficios en la planificación del territorio, prevención y mitigación.
     Vale la pena resaltar en este punto, la necesidad de que los SIG sean integrales 
e integrados de manera que sean efectivos y sostenibles en el tiempo y el espacio. 
Lo que quiere decir, que debe haber armonía entre los diferentes componentes del 
sistema, y orientar esfuerzos no sólo en el uso de las herramientas tecnológicas
sino también, en asegurar la participación comunitaria, no sólo como fuente de 
información, sino en todas las fases de ejecución del mismo, así como los 
mecanismos que permitan la transferencia de la información.
     Es esta consideración la que lleva a entender el por qué García, J., Monnar, O., 
Zapata, J., Arango, E., y López, P. (2006), aseguran que los SIG constituyen 
actualmente, una  herramienta poderosa para la recopilación, almacenamiento, 
actualización, análisis y visualización  de la información concerniente a  la 
evaluación y manejo  de riesgos naturales, facilitando la toma de decisiones en 
caso de desastres, concretamente en su caso, en la ocurrencia de riesgos sísmicos, 
pero que puede ser aplicado para otros eventos como movimientos de remoción en 
masa e inundaciones.
     Tanta es la versatilidad de la herramienta SIG para el estudio y modelado 
cartográfico de riesgos, que Abarca y Quiroz (2005), lo emplearon para modelar 
riesgos de incendios en el Parque Nacional Henri Pittier, específicamente en la vertiente sur que colinda con la ciudad de Maracay, estado Aragua. Para ello 
aplicaron los análisis multicriterios digitalizando variables como: topografía 
(pendiente y orientación de laderas); uso de la tierra; hidrografía y vegetación, e 
incorpora una variable antrópica como la vialidad y cortafuegos (esta última 
propia de la naturaleza del estudio), que le permitieron estructurarlas en dos 
grandes criterios: Riesgos de Ignición (RI) y Riesgos de Propagación (RP) (p.3)
     Hay ejemplos de aplicaciones del SIG en la Gestión Local de Riesgos, que se 
generan con mucha intensidad en el mundo. Están siendo empleados para abordar 
estudios de riesgos naturales de diversos orígenes, pero serán los movimientos de 
remoción en masa causados por las  precipitaciones y  la  sismicidad, el interés 
particular de esta reflexión, por dos causas: a)  en el caso de la precipitación, 
constituye el desencadenante más significativo en los eventos de Vargas de 1999, 
que representó para Venezuela el evento fluviotorrencial más complejo y causante 
de una desastrosa catástrofe, y, b) la comprobada actividad sísmica  debido a que 
Venezuela, al norte, forma parte del límite entre las placas del Caribe y 
Suramericana, generando una zona de alta fricción que ha dado origen a un 
importante sistema de  fallas activo de tipo horizontal dextral, cercano a 100 Km 
de extensión y demarcado por el sistema costero montañoso presente en: la 
Cordillera de los Andes, la Cordillera de la Costa en su tramo Central y el Macizo 
Oriental, definidas como las fallas de Oca- Boconó- San Sebastián- El Pilar, que 
comprende el espacio geográfico de mayor asentamiento de la población.

Aplicabilidad de la herramienta SIG para la generación de modelos que 
permiten la gestión de riesgos de desastres por procesos de remoción en masa
Autores como Lima y González (2000); González y Lima (2004) y Gutiérrez, 
Castrillo y Hervoüet  (s/f), entre otros, han abordado la temática  de riesgos por 
deslizamientos con énfasis  en generar mapas a través de la aplicación de los 
Sistemas de Información Geográficos. Los aspectos comunes de los 
investigadores están referidos a: a) denominar los mapas generados como “Mapas 
de Riesgos” al vincular elementos como la susceptibilidad y detonantes, 
usualmente precipitaciones y sismos a los mapas de susceptibilidad que ya previamente han construido; b) las metodologías, en esencia similares, consisten 
en generar mapas de susceptibilidad a los deslizamientos por la superposición de 
mapas temáticos  con variables que representan cartográficamente  variables 
coincidentes, como el material litológico; la resistencia de los materiales; las 
pendientes; la permeabilidad y las precipitaciones dentro de las cuales, Gutiérrez, 
J., Castrillo, J. y Hervoüet,  (ob. cit) sugieren  considerar la  cobertura vegetal; c) 
para la superposición de mapas y el  desarrollo de los mapas finales, se valen de
aplicación métodos estadísticos y pesos ponderados para cada una de la variables 
y así atribuirle valores a esos atributos. 


     Eustaquio (2004), por su parte, emplea la herramienta SIG para generar mapas 
pero de susceptibilidad, utilizando las mismas variables descritas en autores 
anteriores y las cuales a través de diagnósticos físicos ambientales.
     En este orden de ideas, el método Mora- Vharson fue el empleado por el 
Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales (2004) y el Ministerio del Medio 
Ambiente y Recursos Naturales- Servicio Nacional de Estudios Territoriales de El 
Salvador (2004) para generar mapas de susceptibilidad a deslizamientos en 
Nicaragua y El Salvador, respectivamente. Este método se caracteriza por la 
selección de cinco (5) variables organizadas en dos grandes factores y/o 
elementos: tres (3) factores intrínsecos y pasivos (litología, pendiente y humedad 
del suelo) y dos (2) factores externos y activos (precipitación y sismicidad).  
     Hay otras aplicaciones con la herramienta y no sólo generar mapas, sino llegar 
a establecer las zonificaciones de esas áreas susceptibles y amenazadas.  En este 
orden de ideas, investigadores  como  Plaza, G.; Galárraga,  R.; Valverde, J.; 
Proaño, O. y Jiménez, E. (2000), Cartaya, S., Méndez, W. y Pacheco, H. (2006) y 
Marcano, A. (2010), han elaborado mapas de zonificación de peligros o amenazas 
y susceptibilidad a los procesos de remoción en masa, con el soporte de los SIG.
     Para  Castro, E., Valencia, A., Ojeda, J., Muñoz, F., y Fonseca, S. (2001), la 
zonificación de amenazas, específicamente por fenómenos de remoción en masa, 
se  obtiene siguiendo la metodología de INGEOMINAS, para zonificar la 
susceptibilidad de dichos fenómenos. Para ello, se sustenta en un modelo 
estadístico univariado “ya que utiliza como variable independiente el mapa de 
densidad de procesos morfodinámicos” (p.639). Como elementos para la implementación del SIG se  cuentan: pendientes, geología, geomorfología y 
conflictos de uso, desarrollándose a partir de aquí los mapas índices que 
posteriormente se superpondrán con los cálculos de pesos ponderados de acuerdo 
a cada elemento al determinar la susceptibilidad.
     Al  obtener los mapas de susceptibilidad y analizando los factores detonantes 
como las precipitaciones y los sismos, se integran  como sumas a los puntajes 
obtenidos por cada uno para  dar origen a mapas  de amenazas por fenómenos de 
remoción considerando  cada uno de los detonantes, y que al unirse, podrían 
generar un mapa de amenazas totales.
     Fidel y Zabala (2006), emplearon la herramienta SIG para el análisis espacial 
de la susceptibilidad a los  deslizamientos en masa en la cuenca de la Quebrada 
Hualanga, Pataz, La Libertad, en Perú. Los autores citados, señalan que el análisis 
espacial de la susceptibilidad tiene siempre un soporte cartográfico, de modo que 
la elaboración de mapas y modelos necesarios, y la gestión de estos desde un SIG,
son parte fundamental y previa al análisis espacial propiamente dicho.
     Como  mecanismo de comprobación, Terlien y Van Westwer  (s/f), 
desarrollaron una metodología que intenta demostrar el potencial de  la 
herramienta SIG en la zonificación regional del peligro de deslizamiento de tierra
provocado por terremotos, así como generar un modelo que permita emplear 
fotografías aéreas para el mapeo del deslizamiento, señalando que la información 
que se extrae de las imágenes está basado en: la morfología, la vegetación, las 
condiciones de drenaje de la pendiente, entre otras variables. (Van Westwer 
2006).


     En ciudades como Medellín, Colombia, que han sufrido de numerosos eventos 
a causa de los deslizamientos, Echeverri y Valencia (2004) se propusieron generar 
un mapa de amenazas por deslizamientos a través de la proporción de un umbral 
de precipitaciones entre 3 y 15 días precedentes como indicador de susceptibilidad 
de deslizamiento de cada formación superficial y pendientes más propensas. 
También en Colombia, Sánchez, Urrego, Mayorga, y Vargas (2002) diseñaron 
un modelo de susceptibilidad general para el pronóstico de la amenaza por 
deslizamientos en tiempo real, apoyado en el Instituto de Hidrología, 
Meteorología y Estudios Ambientales (IDEM). 

A manera de conclusión

 La gestión de riesgos  de  desastres, en la actualidad, apunta hacia la gestión 
local de los riesgos, por lo que se hace necesaria la formación de un grupo local 
orientado a la Gestión Local de Riesgo, en coordinación y con el apoyo técnico de
las instituciones nacionales. No  se trata  de una nueva estructura, sino de un 
espacio que reúna liderazgos locales, representantes de instituciones que tienen 
presencia en los Municipios y que están vinculados a la atención a la emergencia, 
como los Bomberos, Protección  Civil, la  Cruz Roja, Cuerpos  Policiales, entre 
otros. Además,  se incluyen  representantes  de las  instituciones estatales que 
sectorialmente entrarían en un enfoque que supera la emergencia y se incluye en 
acciones de preparación, prevención y mitigación.
     En efecto, la gestión local de riesgos de desastres parte del reconocimiento de 
que los  desastres constituyen problemas generados en el proceso de desarrollo y 
de la necesidad de fortalecer las capacidades y la articulación  entre las diversas 
instituciones y organizaciones para reducir los riesgos. De allí que se presenten las 
siguientes consideraciones:
(a) Es necesario consolidar una perspectiva intercultural, centrada en el 
reconocimiento de las especificidades comunitarias, de género y generación, para 
la gestión de riesgos y en respuesta a  desastres.  Se requiere de la  inclusión de 
centros educativos, comunidades andinas y selváticas, mujeres y niños, en los 
programas de gestión de riesgos y contingencias en situaciones de emergencia;
(b) La necesidad de contar para la gestión de riesgos con un número suficiente de 
actores tanto comunales como institucionales;
(c) La formación de redes emergentes desde lo local, orientadas a informar, 
reforzar conocimientos e influir en las políticas  públicas, a fin de enfrentar el 
deterioro ambiental, el incremento de la pobreza, las condiciones inseguras, e 
iniciar el proceso  de gestión  que permita reducir las condiciones actuales de 
vulnerabilidad, en trabajo coordinado con los actores sociales.
(d) Se debe promover el acceso a las tecnologías apropiadas para la reducción de 
riesgos y responder ante situaciones de desastres, de manera que se mejore la calidad de vida y la sustentabilidad de cada una de esas localidades, al disminuir 
su escenario de riesgo. 
     Los SIG pueden ser una alternativa viable, económica y dinámica que permitan 
contar con la información necesaria para tomar decisiones, en futuros planes de 
desarrollo y ordenación del territorio.